Tego Calderón, el King

El que sabe, sabé (2015)

“El que sabe, sabé broder.
Lo bueo’ no pasa’ de moda,
prevalece, se impone.”

-Tego Calderón

El negocio socio, es Calderón. Tenemos a J-Balvin, pero adelante, en el horizonte de lo legendario, está Tego Calderón. Siendo uno de los innovadores más representativos de la vieja escuela del reguetón, sin él no podemos ver qué es lo que sigue en el género. Tan fácil –y Balvin nunca lo niega– sin él, no es posible el reguetón del presente.

En su último disco –una joyita enterrada en el olvido– El que sabe, sabé (2015) logra con la “música latina” un ejemplo de lo establecido que están nuestros sonidos; del recorrido histórico consciente de un hombre que ha sabido apreciar su cultura “tercermundista” sin tabús pero sin localismos. Educado en Miami, ya que su padre era un importante diplomático, abrió sus gustos hasta el rock y heavy metal. En él, la influencia del rap, del hip-hop, es parte fundamental de su estilo. Y el reguetón, como cualquier manifestación cultural, viene de la hibridación.

Lo escuchamos en cada canción. El flow, el ritmo de su fraseo, está en el rap. Las estructuras rítmicas son adaptadas al español y hace del spanglish una lengua viva, mostrando que la dicotomía América Latina-América Central es una construcción teórica dudosa. Póngale play a La Media, ahí suena la pentatónica del blues de sus antepasados.

La historia no puede anularse. La cultura al ser un meme, al heredar, a través de la enseñanza las ideas, conceptos y visiones del pasado, se reactualiza en cada uno de nosotros. Así cualquier manifestación cultural se renueva y vive. La dicotomía tradición/modernidad, los disparates de la “tradición de la ruptura”, son falsos. Si no hay tradición, no hay nada que demoler. La negación es una afirmación de un contexto cultural precedente.

Tego no dice “soy nuevo”. Y sin embargo, su sonido regresa después del boom del trap con el reguetón. Balvin reafirma aquel sonido con el hit Reggetón donde nombra a Tego, lo cita musicalmente (Pa’ que retozen), y le dice a su público: sin ellos no podríamos ser tan grandes. Sin él, sin Héctor y Tito –baila morena/ baila morena/ perreo pa’ lo nenes/ perreo pa’ las nenas– , sin sus raíces en el regge, sin las danzas tribales del sur africano, sin el orgullo que Tego siente por ser negrito no tendríamos una pieza fundamental del género. Un disco que sin los reflectores del mundo hipermoderno y negandose a ser absolutamente moderno, se sostiene solo.

Si Héctor es el Father, Tego Calderón es el G.O.A.T (Greatest of all times): el mejor de todos los tiempos. Porque sus letras son inteligentes, porque su música es desafiante, porque es para todos y para quien sepa leer entre líneas. En el disco está el son cubano, el jazz, la salsa, África, y hasta, de nuevo, el dubstep. De ahí viene Calle 13, Daddy, y ahora, hasta Rosalía. Él es el Padrino. Obra propia, única: esto es arte pues.

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