El artista, sus actos y su arte

Parte 2

¿Deberíamos de separar la obra del propio artista y de sus actos como individuo? ¿Consideramos que un artista que ha violado o abusado de su posición debería ser juzgado individualmente de su arte y viceversa, apreciar su obra por monstruoso que sea el individuo?

Si bien la obra misma tiene valor propio y por ello puede validarse como arte, entre otros aspectos, también está el artista ahí, creando y construyéndola con su esencia. La obra de arte se diferencia de la artesanía, por su proceso de creación y por su fin. De igual forma el arte no sufre el mismo proceso que cualquier otro objeto de fabricación de consumo inmediato o en masa, no existe ese acto mecánico como el ensamble de una mesa o un automóvil. La obra sí puede ser juzgada por sí misma pero esta no existiría sin el creador y todo lo que es ese creador.

Artista, actos, arte

Las vivencias, formas de pensar y actos de un creador son lo que le pueden llevar a crear exactamente una obra; Woody Allen habla mucho de sí mismo en sus filmes, escritores del norte de México hablan de lo que viven en el norte por muy ficticia que sea la historia. El amante de Marguerite Duras no existiría sin las vivencias de la escritora así como las obras de Zadie Smith quien difícilmente desarrollaría una novela en la Ciudad de México como lo hace con Londres, porque su vivencias están ahí.

Incluso extremos fantásticos como Harry Potter presentando imágenes de estudiantes con capas que son frecuentes en Cambridge donde los estudiantes así se visten en ocasiones y asisten a una universidad que podría ser uno de los escenarios del ficticio colegio para magos, esto no era una imagen ajena a Rowling o el mismo Tolkien quien aplicó sus conocimientos de filología y lingüística para crear el maravilloso élfico que fascina a los amantes de sus novelas.

Todas las obras, finalmente, tienen algo que las relaciona con su autor, su creador: sus intereses, vivencias, fantasías, creencias y demás generalidades que nos constituyen como individuos.

Así las obras sí pueden ser juzgadas por sí mismas, pero quizás en uno de los distintos sentidos de una obra, el que quería dar el autor en su acto por comunicarse con el espectador esté un mensaje que desconocemos, que no vemos por atenernos a la obra misma, o quizás lo estemos sobreinterpretando.

We are the world, la famosísima canción de Michael Jackson, que se alza como un himno a la paz mundial, al amor por los niños y el futuro, que emite un sentimiento de preocupación por la infancia, por la inocencia ¿cobra un sentido totalmente distinto al conocer la historia del artista, esas confesiones de abuso y depravación perpetuada contra varios menores de edad? La misma canción, sin cambiar una sola letra, acorde o tiempo transforma totalmente el sentido cuando la escuchamos conscientes de Michael Jackson y de todas las acusaciones de violación de las que fue acusado y de las que ahora salen a la luz con el documental de HBO. ¿Acaso se estaba burlando de todos nosotros? ¿su cinismo era tan siniestro para interpretar ese tema que ahora pareciese un himno a sus abusos como depredador sexual? La respuesta: no.

Sí, todo lo que constituye a un artista lo trasmite de cierta forma en su obra pero ésta no es el artista, su obra tiene validación por sí misma porque el autor no busca escribir su vida sino una interpretación de la misma en alguno de los casos, en otro transformarla, en otro distanciarse de ella y así continuamente, su obra no es el artista y su obra es trascendente por sí misma porque va más allá del autor, va en sus elementos estéticos que no atañen al autor o autora porque esa persona no es estética por sí misma. Una cosa es el artista, otra el individuo, otra el arte y otra sus actos, ninguno va de la mano hasta si todos son emitidos por el mismo cuerpo pero cada uno de ellos es distinto.

Así, la obra no puede ser juzgada por los actos del individuo que la creó, porque sería reducirla al autor, a una extensión del mismo cuando ésta es producto no sólo del autor sino de un contexto y de otra infinidad de elementos como el lenguaje, la transtextualidad, el género y todo aquello que le confiere carácter de objeto artístico y que no es, sólo su discurso. De ser lo contrario tendría que comenzar a quemar todas esas obras hechas por escritores misóginos, racistas, mujeres sumisas y todas esas formas de pensar que han cambiado con el tiempo.

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