Policía, bombero, médico o astronauta; pero a veces la vida juega de manera macabra con los destinos y puede ser que te convierta en un fantasma.
Del director David Lowery, quien a partir de una crisis existencial como el mismo la menciona, nos presenta el existir inevitablemente infinito de uno de estos, espectro, espíritu o entidad antes humana ahora tiempo y memoria, a quien el oficio le toma sin aviso y por sorpresa para llevarle por una interminable caminata de melancolía desde el amor hasta llegar a la pérdida y la soledad, para sólo volver a iniciar una y otra vez, por siempre.
Atrapado por la eternidad, en la proporción 1:33:1 y una suave fotografía como marco de referencia visual, encontramos a este personaje quien después de rechazar la puerta a otra dimensión, permanece en la de los vivos y se rehusa a aceptar que ya no pertenece. Sigue buscando en su andar, los motivos que le expliquen de alguna manera lo sucedido, mientras el tiempo acelera ante sus ojos a través de su historia misma.
92 min. de inventiva artística que por medio de la sencillez narrativa obliga a la reflexión del tiempo y el espacio en escala humana, cuando nos damos cuenta de la existencia de otros, ellos, ellas, otros espacios y otros tiempos aún cuando no estemos presentes.
Es la historia de un fantasma en su triste reclamo al destino por esa refutación que le confirma su presencia en el ayer, el hoy y el mañana para el resto de la eternidad. Tal vez la historia le resulte familiar.
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