Rostros y lugares

El oficio de retratar la imaginación

La directora Agnés Varda icono del cine francés, en codirección intima con el Artista visual JR (Jean René), regresa con Visages Villages/Rostros y lugares (2017). Ganadora a la mejor cinta documental en la pasada edición del festival de Toronto. Fiel a la Nouvelle vague (Nueva ola) de la que formo parte, explora con gran libertad creativa el fenómeno de la imagen y la memoria.

Si la fotografía es la captura de un momento en la vida para rescatarlo del olvido, el cine, como una sucesión de imágenes en movimiento, configura la ventana para entender a profundidad ese instante y llevarlo a lo posteridad. Si además, agregamos el Arte en su carácter reflexivo y cuestionador, tenemos el punto de arranque del Rostros y lugares.

Rostros y lugares, Argés Varda

Los 89 años de Agnés Varda no son impedimento para emprender un recorrido lúdico junto al fotógrafo JR a través de los pueblos y villas que configuran la Francia profunda, la de los obreros, mineros y ganaderos. A bordo de una camioneta adaptada como cabina fotográfica la documentalista y el Fotografitero retratan personas con las que dialogan a su paso, para después plasmar su imagen en las paredes y espacios que ellos transitan habitualmente.

Vemos así, de manera orgánica la relación de la imagen y el espectador, las respuestas espontaneas de los receptores al fundirse a través de la fotografía con los espacios cotidianos que pueblan, estableciendo de esta forma una nueva mitología personal y entrañable con los lugares.

El ejercicio creativo de plasmar los rostros fotografiados en las paredes de edificios, casas, muros de una fábrica, o cualquier superficie posible supone ya adentrarse a una dimensión espacio – temporal que involucra intrínsecamente a la memoria. Observar una fotografía, nos trasporta invariablemente al momento pasado en la que fue tomada, nos dota de un contexto temporal que contrastamos con el presente, resignificando la manera de visualizarnos.

Así mismo, en la cinta podemos observar la carga emotiva que emana de la complicidad y camaradería entre los dos artistas, más allá de los 55 años de diferencia ente ellos, su entendimiento sobre el papel del arte y la experimentación parece coincidir, y sus disertaciones marcar nuevos puentes que explorar.

El viaje no solo es por la carretera o los callejones, ni se limita a la exploración de las historias personales de los pobladores, sino que también apreciamos de manera entrañable los recuerdos y memorias por medio de la mirada retrospectiva de Varda; Como la misma Agnés lo dice en otra de sus cintas “Voy recordando mientras vivo” La playa de Agnés (2008). Las referencias sobre otros referentes del cine francés como Jean-Luc Godard o su difunto esposo Jacques Demy, se hacen presente en el documental.

Por medio de secuencias lúdicas, diálogos espontáneos, anécdotas melancólicas y cursis a la vez, visualizamos el terreno deconstructivo de la memoria. Esa sucesión de imágenes, retratos, ciudades y personas compartiendo momentos, nos hacen preguntarnos ¿A quiénes terminan perteneciendo esos recuerdos?.

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