Infinitos en una visión, puestos en la balanza de nuestro apetito por lo bello, lo que trasciende y se eleva por encima de nuestro ojo, un Dios con una observancia perpetua. Este fin de semana, buscando por la marea virtual de internet, encontré información relevante sobre una exposición que – después de haberla visto – ha cambiado mi manera de visualizar la figura del dibujo, y el trazo formal. La suspensión de objetos, la inacabable obra, que solo se muestra absoluta cuando le proferimos una mirada profunda.
La inocente mirada que termina siendo otra, en pupila y percepción, luego de haberse magnificado con una estética completamente distinta, en su código genético – artístico. El artista sin duda ha dejado tras de sí un eco de la propia inmortalidad del alma.
La exposición Detener el Infinito, es un cumulo de glorias del arte mexicano. Debemos estar orgullosos del talento que hay en nuestro país, porque este tipo de sensibilidad no es comparable a otra en el mundo. El espacio del artista se materializa, se ralentiza la belleza autentica, en movimientos flotantes, esperando a ser redescubiertos por el espectador. Los episodios se van manifestando en el trazo. La singularidad exhala el límite contemplado por la misma obra.
Una de las obras que más captaron mi atención fue la obra Sol Blanco de Rafael Uriegas, donde la óptica, con su hechizo trepidante, busca en nuestra percepción un enfoque alto, un desarraigo de las formas en que percibimos la realidad, y que al final nos muestra un plano general. La invisibilidad contenida en otra extensión de la realidad, para buscar el horizonte, el fin hacia nosotros mismos.
Asimismo, les compartimos el link para obtener más información sobre la capilla y su inclusión artística – www.udlap.mx/capilladelarte/ –. De igual manera les compartimos algunas imágenes y videos, para que puedan visualizar mejor esta muestra, que seguro los dejará encantados visualmente.
