ROMA, o la comedia humana de Cuarón

Si tiene algún sentido hablar de un “cine nacional”, Roma engloba lo que es este cine. Nada de patriotismos, ni propaganda política, estética, o ética nacionalista...
Roma - Alfonso Cuarón - Carlos Somonte
Img – Carlos Somonte

Eran las cuatro de la mañana, viernes y estreno de la ultra mediatizada película nueva del director mexicano Alfonso Cuarón. Amor o Roma (2018) la esperaba con la mayor saña posible, para decir que era el producto de una campaña mediática, no una película con mérito propio. Estaba muy equivocado.

Si tiene algún sentido hablar de un “cine nacional”, Roma engloba lo que es este cine. Nada de patriotismos, ni propaganda política, estética, o ética nacionalista. Es la historia de una familia de clase media, y de su heroína, Cleo, quienes no hacen otra cosa más que vivir el día a día.

Roma - Alfonso Cuarón - Carlos Somonte
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Lo maravilloso de esta película reside en sus silencios, en su insignificancia narrativa. Pero, justamente al negarse a dar un sólo punto de vista, con tomas de 360°, una cantidad excesiva de travellings y planos secuencia, te guía en la vida nacional entre 1970-71.

Los camotes, el afilador, los grillos en el silencio de la noche, los globeros, el cine, el ladrido de los perros, el miedo de un gobierno que temía ser atacado por un movimiento que continuaba las demandas del 68’ matando a sus opositores, el crecimiento de la clase media, la pobreza del campo, la expansión del way of life norteamericano en contraste con el nacionalismo del desarrollo estabilizador, los “amigos fifís”, las clases “populares”, el estigma cultural de la ausencia del padre ante una madre protectora, autosuficiente, hacia una nueva forma de vida lejos de las tradiciones arraigadas que no necesita de un padre perdido para ser plena con los suyos; y en el fondo, ese sentido familiar, comunitario, de apoyo, cuando las cosas se nos salen de las manos.

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En tan sólo 2 horas, 15 minutos, Cuarón, con la madurez de un gran artista, genera un mundo cinematográfico envidiable. Es una película que muestra la maestría alcanzada por el director, fotógrafo y editor. Los cortes están donde corresponden, el ritmo, aunque lento, es preciso. Y no estamos frente a una película neorrealista sino ante un juego ficcional que rompe el realismo aparente del filme con escenas sutiles, a la Fellini. No sólo esto, la autoreferencialidad, los guiños a otros grandes directores mexicanos (Reygadas, Pereda, Ruizpalacios, Eimbck) permiten otras lecturas a quienes puedan captar esos detalles. Y la película está tan bien realizada que puedes quitar estos detalles y ésta sigue en pie, ocultando la técnica, una cinta que se muestra ella misma sin más complicaciones.

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Estamos frente a un hito en la historia del cine nacional. A nivel de la historia del cine mundial, no sé qué lugar le corresponda, tal vez no sea tan relevante, no lo sé. Aún así, el hecho de que sea un filme para una plataforma digital con un formato específico ya habla de una nueva forma de consumo en los medios audiovisuales, lejos de romanticismos nostálgicos: no es necesario ir al cine para disfrutarla.

Con Roma, Cuarón se consagra como uno de los grandes directores de nuestra historia. Espero, no se detenga, creativamente, frente a ello.

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