Esto no es un circunloquio

Orbital reflector

El universo es una perversa inmensidad hecha de ausencia.
Alejandro Dolina

Desde el 2015, el artista Trevor Paglen trabaja en el Museo de Arte de Nevada, Estados Unidos. Aunque es muy probable que cuando esta columna se publique, su última obra ya esté surcando las insondables aristas del sendero espacial. Y esto no es un circunloquio, no vaya Ud. a pensar mal, por favor. Es que, hay que decirlo, se trata de un nuevo giro en el concepto de arte moderno. Arte espacial, en otras palabras.

Ahora bien, la obra en cuestión se llama Orbital Reflector y cómo podemos apreciar en la imagen, se trata de una escultura hecha de un material ligero parecido al Mylar (que a su vez, es algo similar al papel de aluminio y que suele usarse para los cultivos de marihuana) con formas que asemejan a un molino sobre un obelisco ligeramente alargado. La misma, está alojada en una pequeña infraestructura llamada CubeSat y será enviada al espacio a bordo de un cohete espacial, ni más ni menos. Luego, una vez alcanzada la distancia deseada, a unos 575 kilómetros de la Tierra, la estructura se abrirá, liberando la escultura que se infla automáticamente. La luz del sol se reflejará en ella y la hará visible desde la Tierra a simple vista, imitando el brillo de las estrellas más visibles de la Osa Mayor.

Por el lapso de algunas semanas, la obra de arte espacial orbitará nuestro planeta como si se tratara de un satélite como cualquier otro -de los que abundan en el espacio, dicho sea de paso-. Solo para desintegrarse al reingresar a la atmósfera terrestre. La obra, entonces, con sus años de trabajo y su cuantioso presupuesto, quedará reducida a un montón de basura cósmica.

“A medida que el siglo veintiuno se desarrolla y genera tensiones globales inestables, Orbital Reflector nos alienta a todos a mirar el cielo nocturno con un sentido renovado de admiración, a considerar nuestro lugar en el universo y a reinventar la forma en que vivimos juntos en este planeta. Nos impulsa a hacer las grandes preguntas. ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos a ir? ¿Qué estamos haciendo con el mundo en el que vivimos?”, dicen el texto que acompaña la presentación del proyecto en la página web.

En fin, que nos parecen excelentes preguntas que, sin llegar al extremo de mandar toneladas de chatarra espacial para intentar imitar a la naturaleza, bien podríamos hacernos más a menudo ¿no les parece?

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