Muriendo la vida

Muriendo la vida - Apócrifa Art Magazine
Img – García Francés

Sólo la fiebre y la poesía provocan visiones.
Roberto Bolaño

Sueñan las moscas con comprarse un niño. Un niño indolente, menesteroso, para mayor detalle. De padre muerto o desaparecido, que para el caso vendría a ser casi lo mismo. Y, en lo posible, madre aquejada por mil enfermedades y mil deudas y otras mil ausencias. Un niño malnutrido, con dentadura carcomida por partes, con esa mirada un tanto ausente de los que ya no esperan nada. Un niño, de preferencia, sin hermanos. O lo que es mejor para las moscas y peor para el niño: con una docena de hermanos tan desafortunados como él.

Sueña el niño, por las noches, con garras tenebrosas, con figuras recortadas que aparecen entre las sombras y que le provocan sensaciones de ahogo, de infinita sometimiento. Con la caída interminable en un inmenso foso que se parece bastante al olvido, o a la indiferencia.

Sueña el fotógrafo, entonces, que las cadenas de noticias publican la imagen en todas las portadas de las grandes revistas, en todos los suplementos, en todos los noticiosos vespertinos. Que lo nominan al premio internacional más importante, que le llueven ofertas de trabajos y de viajes, de coberturas exclusivas e historias aterradoras que conmueven, como ésta. Pero sobre todo –pues en el fondo sigue siendo un verdadero idealista, poco más que un iluso–, sueña con que este tipo de cosas cambien algún día. Y ya no tener que ganarse la vida de esa manera un tanto incómoda, un tanto pesarosa: retratando la miseria.

¿Sueñan los políticos con asuntos como éstos? No lo creo.

Volviendo al principio: el sueño no es demasiado ambicioso. Sobre todo si tenemos en cuenta que por cada persona en este planeta hay aproximadamente 17 millones de moscas.

Como ya se dijo, queridos lectores, sueñan las moscas con comprarse un niño. Corriendo la liebre, muriendo la vida, diría Galeano.

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