Apología de la queja - Apócrifa Art Magazine
Img – Paulo Neo

Casi siempre la creación se nutre de la queja.
Dalmiro Sáenz

Quejarse es sano, es lúdico, es ilusionante.

En la alucinatoria concupiscencia del trabajo literario el mayor desafío es, por supuesto, la queja creativa. Así pues, aquí me tienen: quejándome de algo y a la vez de todo: de los editores sin palabra, que le dan largas al asunto demostrando, una vez más, la torpeza y el descrédito del que son portadores (otro virus poderoso y pocamente mortal, mal que nos pese), de los repartidores y los comerciantes inescrupulosos que escatiman la información y se escudan en el anonimato virtual (ese patética característica de nuestra época), de los malintencionados catedráticos y los estudiantes soberbios, de los imprudentes mosquitos y los tenebrosos hongos que aparecen en el techo del baño, de un momento a otro, y te miran y agitan los brazos como un bebé recién nacido, morado y repugnante, como la migala que veo asomarse entre los anaqueles de la biblioteca, entre los volúmenes de Morábito y la colección Fuentes de tapa dura, grisácea y firme, como las botellas de tequila que fueron vaciándose y volviéndose a llenar como si de alguna triquiñuela mágica se tratara.

Al carajo con todos, qué tanto. A emborracharse y bailar desnudo en la terraza, mientras la lluvia golpea las ingles y los poros sudorosos y la tormenta se anuda entre guiñapos de nubes malolientes, mientras la vecina escupe su rabia desde la puerta, confiando en esa inexistente solidaridad vecinal, y que digo vecinal, digo ciudadana, o mucho mejor todavía: digo mundial y ¡al carajo con todos!

Y me quejo de Ustedes también, ya que estamos en ésas.

Inconscientes lunáticos que dan lugar a un patético quejoso (pero que intenta ser creativo, al menos). Sobre todo, porque eso significa que en el fondo –o quizás ni siquiera eso, ni siquiera en el fondo, sino más bien en el frente, o en la frente, que es el decorado del cerebro–, son tan quejosos como uno. Y de vuelta entonces, al principio, bola de quejosos que somos.

Ahora bien, todo aquello muy lindo, muy vistoso y así. Pero en este momento, sin más, los conmino, queridos lectores, a que me envíen sus mejores quejas creativas. No dejan de recordar aquellas palabras del gran Bukowski:

Si un escritor abandona la creación, está muerto.

P/D: al mail contacto@pauloneo.com

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.