Se aproxima la temporada en que las salas de cine y los espacios culturales se llenan de películas, programas y ciclos dedicados al terror, a lo fantástico, sobrenatural o cualquier otro tema relacionado con la muerte. En algunos casos las propuestas resultan muy interesantes, con ideas originales que atraen a los espectadores por el tratamiento del tema y la manera en que se representan; otras veces los filmes son un conjunto de formulas prefabricadas para asustar de manera efectiva a los espectadores.
Este año, Luca Guadagnino, director italiano conocido principalmente por Call me by your name (comentada por todo mundo a finales del año pasado y parte de este), está por estrenar su nuevo filme Suspiria, una reinvención o un punto de vista distinto sobre la obra homónima estrenada en 1977 del director italiano Dario Argento.
Supuestamente, no se trata de un remake ya que la idea del director está en abordar la misma historia reinventándola. Las expectativas son altas ya que Guadagnino ha entregado material bien realizado, el elenco se muestra prometedor (aún con Dakota Johnson) y los avances revelan una estética que contrasta demasiado con el filme original.
Sin embargo, qué tan necesario resulta un filme como el de Guadagnino cuando las primeras películas de Dario Argento valen por si mismas. Quizás lo más acertado sea estrenarla en esta temporada, porque de nos ser por la combinación del elenco, el director y la época, el éxito del filme no estaría del todo asegurado. No obstante se agradece poder contar con una opción distinta dentro del género de terror que se presentará este año.
A falta de casi un mes para el estreno de Suspiria (2018) y de que se despejen todas las oposiciones de ideología feminista que comienza a rodear el filme, el mejor pretexto para inciar la temporada, puede ser, revisanar los primeros filmes de Dario Argento. De ellos, los más icónicos en el estilo y los que muestran posiblemente sus mejores obras son L’uccello dalle piume di cristallo (1970), 4 mosche di velluto grigio (1971) Il gatto a nove code (1971) Profondo Rosso (1975), Suspiria (1977) e Inferno (1980) siendo esos últimos tres los más representativos del director y encontrando en los últimos dos mencionados la historia de “las tres madres”, serie compuesta por esos dos últimos filmes además de La terza madre (2007), que honestamente no se aproxima mínimamente a la calidad de las primeras dos partes. La historia expone a tres terribles brujas que viven en distintas ciudades del mundo y de las cuales se revela su identidad al final de cada película, una de ellas es Mater Suspiriorum.
Dario Argento es el claro ejemplo de que repetir la misma formula puede desembocar en el cansancio del mismo creador, ya que en los siguientes filmes Tenebre (1982), Phenomena (1985) y Demons (1985), estos se vuelven un poco tediosos y aquella intriga que te mantenía en la historia se torna predecible, además de que existe una pérdida en la estética propia del director asimilándose más a otros filmes comerciales del género; Argento recupera un poco la esencia de su cine con Opera (1987). Su apellido lleva el título de maestro del terror, porque se dedica en particular a dicho género, pero sus siguientes producciones son de tan poca calidad como Dracula 3D (2012) o la misma conclusión que todo mundo esperaba sobre la historia de las tres madres.
Esperemos que la versión de Guadagnino, musicalizada por Thom York, en lugar de ser una obra oportunista en la carrera del director, nos recuerde a la calidad de los primeros trabajos, incluso si es muy distinta visualmente, y que provoque en los amantes del cine del terror y del cine de arte encontrarse en la misma sala, juntos, festejando el resurgir de las fascinante historia de las tres madres brujas.
