Mater

En distintas culturas, cultos y épocas, la madre ha sido vista de muchas y muy distintas formas; hablar de todas ellas supone un discurso exhaustivo, cargado de datos, teorías y posturas acerca del papel de la mujer como creadora a lo largo de la historia. Sin embargo, hablar de las madres, ya sea biológicas, por elección o por distintas circunstancias fuera del control o la voluntad, implica hablar de lo más simple, lo primigenio, aquello que se conoce bien pero que no siempre se puede explicar con palabras.

En diferentes religiones, las historias de sus fundadores o profetas presentan similitudes en cuanto a su nacimiento y la figura materna que los crió. En la tradición judeocristiana, la madre por antonomasia es María, quien, por sus virtudes y su estrecho vínculo con Jesucristo, figura principal de los cultos que posteriormente derivarían de su doctrina, recibió el título de Regina Coeli (Reina del cielo).

En miles de retablos e imágenes, a la Virgen se le representa con el Niño Jesús en brazos, ostentando su condición de madre amorosa y protectora; sin embargo, la iconografía de la figura materna con el infante en brazos es anterior a la estampa virginal: la diosa babilónica Semíramis con su hijo Tammuz; las diosas indias Isi y Devka con sus hijos Iswara y Krishna, respectivamente; la diosa egipcia Isis con su hijo Horus; la diosa Artemisa o Diana de Éfeso, que era representada con múltiples senos para alimentar a sus vástagos, pues era considerada como diosa madre, entre otros ejemplos.

En las civilizaciones prehispánicas, por otro lado, la maternidad y la fertilidad eran custodiadas por las deidades de sus respectivos panteones; la diosa mexica más importante fue Coatlicue, madre de Huitzilopochtli, el dios regidor de este pueblo. No obstante, con la Conquista, las religiones y cultos de los pueblos indígenas fueron erradicados, aunque en algunos casos se sincretizaron con el catolicismo para ganar adeptos y hacer posible la introducción de una nueva fe. Ya en la época colonial, esta mezcla se hizo más evidente al asociar a la deidad materna con la Llorona, protagonista de una de las leyendas más conocidas de México, que a su vez presenta grandes similitudes con el mito griego de Medea, pues ambas mataron a sus hijos.

Durante el Renacimiento, los ideales estéticos dictaban que las Madonas, es decir, las efigies de la Virgen con el Niño, fueran representadas de acuerdo con el prototipo femenino vigente. En el Díptico de Melun, por ejemplo, María aparece ataviada con ropajes de seda, joyas y una corona de piedras preciosas; por otra parte, su piel es sumamente blanca y la frente muy ancha, pues era el ideal de belleza predominante en los años en los que fue creada. Se dice, aunque no es un dato confirmado, que el rostro de la Virgen es el de la amante de Étienne Chevalier, miembro de la corte del rey Carlos VII de Francia, y quien encargó la obra, pues se trataba de la mujer más hermosa del país galo.

Mater - Jean Fouquet - Arte Contemporáneo
Virgen con el Niño y ángeles (tabla derecha del Díptico de Melun) (h. 1452), Jean Fouquet. Óleo sobre tabla, 94.5 x 85.5 cm.

En el siglo XIV, la alegoría de la caridad se popularizó y la moda se expandió por toda Europa; esta virtud era representada con una mujer con los pechos descubiertos, que amamantaba a una familia numerosa. Dicha representación tenía un mensaje doble: por una parte, recordaba a las mujeres sus funciones en el hogar, y por la otra, establecía un paralelismo entre la caridad y los cuidados y el amor maternales. El artista neerlandés Joachim Wtewael, sin embargo, jugó con otros elementos, como mascotas y frutas, y descargó a la madre de sus funciones, al menos en parte. Esta caridad muestra un lado más afable, alejado del sacrificio impuesto por la religión y la sociedad.

Mater - Joachim Wtewael - Arte Contemporáneo
La Caridad (1627), Joachim Wtewael. Óleo sobre tabla, 83 x 73 cm.

Hacia el siglo XVIII, en pleno apogeo del neoclasicismo y su rigidez, el artista francés Jean-Laurent Mosnier captó un momento cotidiano, pero a la vez muy íntimo, en la vida de una joven de la nobleza. Ver a la mujer con su bebé en brazos y el pecho descubierto da una idea de humanidad, de cercanía con la protagonista del cuadro, y por un instante deshace la imagen ceremoniosa y altiva de la alta sociedad, para entregarnos un retrato cálido y entrañable a partir de un acto de supervivencia inherente a cualquier ser humano.

Mater - Jean-Laurent Mosnier - Arte Contemporáneo
La joven madre (ca. 1770-80), Jean-Laurent Mosnier. Óleo sobre lienzo, 64 x 80 cm.

Dentro de la tradición estadounidense existen cuadros que se han convertido en hitos y referentes culturales conocidos por cientos y cientos de personas alrededor del mundo. Si hay uno muy arraigado en la memoria de la sociedad, es el retrato de la madre del artista James McNeill Whistler. En esta obra hay un concepto que sobresale, y es el de la sobriedad. Los tonos grises y negros sin duda son propicios de un ambiente austero, pero a la vez lograr que la atención se concentre en la figura materna que posa tranquilamente, como si se tratara de un día común, un día cualquiera de su cotidianidad, un día en ese espacio que conoce mejor que nadie.

Mater - James McNeill Whistler - Arte Contemporáneo
Arreglo en gris y negro no. 1 (Retrato de la madre del artista) (1871), James McNeill Whistler. Óleo sobre lienzo, 144.3 x 163 cm.

En las primeras décadas del siglo XX, la artista polaca Tamara de Lempicka, con su estilo Art Déco cargado de líneas y trazos de gran fuerza, retrató su propia maternidad a manera de homenaje y de reto, pues este cuadro se aleja de los personajes fríos e incólumes del resto de sus obras. La obra muestra a la pintora alimentando a su bebé con un gesto sereno, en un instante en el que madre e hijo entran en comunión, y que quiso compartir con el mundo.

Mater - Tamara de Lempicka - Arte Contemporáneo
Maternidad (1928), Tamara de Lempicka. Óleo sobre lienzo, 35 x 27 cm.

El artista mexicano Manuel Rodríguez Lozano pasó cuatro meses en la cárcel de Lecumberri en 1942, pues se le inculpó del robo de varias obras de la Escuela Nacional de Bellas Artes. En uno de los muros de la prisión pintó La piedad en el desierto, valiéndose de yema de huevo, pigmentos y agua. Este mural evoca a La Piedad, de Miguel Ángel, y aunque en él hay presencia de elementos católicos, como la Virgen con rasgos indígenas, también es una crítica al capitalismo y la injusticia social de la que eran, y siguen siendo objeto miles de mexicanos.

Mater - Manuel Rodríguez Lozano - Arte Contemporáneo
La piedad en el desierto (1942), Manuel Rodríguez Lozano. Pintura al fresco y técnica al temple, 2.60 x 2.29 m.

Más allá de la imagen de abnegación, sacrificio y sufrimiento de las madres a lo largo de la historia y de la filosofía de las religiones del mundo, hay personas de carne y hueso que todos los días se levantan y trabajan, ven por sus familias, pero también se han abierto paso en sociedades que, pese a los esfuerzos, no terminan de integrarlas y reconocerlas del todo. Detrás del rol de madres, hay mujeres con ambiciones, ideales y deseos que tienen derecho a satisfacer como cualquier persona, y es menester acompañarlas en esta travesía, dejar de colocarlas en pedestales y mantenerlas a nuestro lado, hombro con hombro y en pie de lucha, porque no es idealización lo que necesitan, sino humanización: sólo así podremos comprender sus necesidades y anhelos, y sólo de esta manera nos será posible ayudarlas a que se conviertan en realidades en un marco de justicia, igualdad y respeto.

Mater - Lourdes Grobet - Arte Contemporáneo
La Briosa y su hijo (1981), Lourdes Grobet. Impresión a color, 50 x 50 cm.
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