La libertad en el arte l

El taller de arte conformado por 16 integrantes, recibió a Puig para iniciar con intervenciones sobre obra fotográfica que ella misma aportaba, ejercicio que dio origen al proyecto "Libertad".

Parte 1

10:30 a.m. me esperaban en el estacionamiento, al llegar caminé hacia el acceso de altas barras metálicas y torniquetes, pasé el 1er filtro. A unos pasos encontré el siguiente punto de revisión donde se mostraron los permisos de ingreso y se confirmó la autenticidad de las personas que ahí se mencionaban.
-Soy yo. Respondí al escuchar mi nombre.

Continué al siguiente punto de revisión y me indicaron que no era posible ingresar teléfonos, aparatos electrónicos, alimentos, objetos personales, bolsos, etc. Olvidé por completo ese previo requerimiento y regresé rápido al auto para guardar el móvil, más no olvidé el código de vestimenta que la visita exigía. No usar color blanco, negro, beige y/o azul marino, no usar calzado de plataforma o de tacón pronunciado. El resto llegó a mi por deducción.

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Acto seguido, el punto de revisión física, donde una mujer uniformada revisó entre mis piernas de manera muy cercana a mi ropa interior, pasó sus manos fielmente sobre mi cuerpo, descubriendo a su tacto mi espalda, estómago, caderas, senos, cuello y antebrazos. Todo de manera continua, rígida e indiferente. En su rostro leí lo común que para ella es el reconocer una vez más un cuerpo femenino. Sólo parte del trabajo.

5to punto de registro, entregué mi identificación y a cambio me dieron un placa de acrílico sujeta de un collar de tela que coloqué alrededor de mi cuello, la leyenda decía VISITANTE, además de un pequeño formato con datos que no entendí, claves, números y códigos. Un simple papelito pensé.
-No debe perderlo. Sin éste documento no será posible salir. Indicó amablemente el responsable del área.

En ese momento tomé el papel con firmeza y sentí que ningún rincón de mi cuerpo era suficientemente seguro para resguardarlo, y temí por la idea absurda de no lograr salir nunca. Al final lo introduje hasta el fondo de la bolsa del pantalón.

Enseguida me pidieron que presentará mi brazo izquierdo sobre una delgada y desgastada almohadilla, presionando sobre él un sello invisible, dejando sólo una sensación húmeda y la conciencia de que ahí algo se imprimió y nunca sabré que; por mi mente sonaba esa pregunta recurrente, ¿y ahora en qué me metí?

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Mi recorrido continuó por una secuencia de largos pasillos, túneles poco iluminados, fríos pasos de bloqueo, escalinatas sinuosas hasta una rampa en zigzag al aire libre que me llevó hasta la puerta de acceso a las zonas de permanencia de los internos del Reclusorio Varonil Norte. Por fin estaba dentro para conocer la historia de hombres que se encontraron tal vez por primera ocasión consigo mismos a través del arte, para luego una vez perdida, comprender, ¿qué es la libertad?

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Todo comenzó en el mes de marzo de 2017, cuando Lulú S. Puig, fotógrafa mexicana, tuvo la mala fortuna de tener un familiar interno en este centro de readaptación social, evento que le acercó al taller de arte fundado tres décadas atrás por Francisco Tejeda Jaramillo, “el maestro”, como sus alumnos lo llaman, artista formado dentro del reclusorio y reconocido por otros artistas como José Luis Cuevas y Raúl Anguiano, quienes le visitaban con el propósito de conocer y promover su trabajo.

Me encontré en un amable rincón de casi 50 mts2, un espacio creativo que exhibe el vivir y pensar entorno al arte como filosofía de sobrevivencia. El taller de arte conformado por 16 integrantes, recibió a Puig para iniciar con intervenciones sobre obra fotográfica que ella misma aportaba, para después realizar experimentos de digitalización de sus rostros y cuerpos con el apoyo de un scanner facilitado por la institución. Ejercicio que dio origen al proyecto “Libertad”.

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La charla con los internos inició alrededor de una enorme mesa de trabajo al centro del salón, con la premisa de este proyecto que toma como base a los integrantes de este taller para desarrollar en labor colectiva, una serie de collages en técnica de foto-pintura. Imágenes de sus rostros intervenidas por ellos mismos, expresando su sentir y cosmovisión de vida desde la cárcel.

Puig como historiadora de arte y artista plástica es la brújula de ideas y esfuerzos en este proyecto, pero también es el motor que les impulsa, apoya y estimula en el desarrollo del ambicioso plan de llevar fuera de esos muros para mostrar al mundo, la obra de estos hombres, presos de cuerpo pero no de mente.

Parte 2

Escrito por
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