Vivimos tiempos violentos, tiempos en los que uno puede morir en cualquier instante, o bien pueden asesinarnos por despojarnos de nuestras pertenencias, por pasar accidentalmente delante de un tiroteo, por ser mujer, o por no usar cubrebocas . Lo cierto es que ninguna de estas formas de morir debe quedarse en silencio.
Los actos de “violencia” realizados por los manifestantes el día jueves 4 de junio en las calles de la ciudad de Guadalajara son una voz que se levanta y grita las injusticias e impunidad del sistema. Y grita muchas otras cosas que por años han permanecido ocultas y en silencio.
La policía siempre ha utilizado su fuerza y poder para amedrentar a la sociedad, si bien existen elementos de seguridad pública que realizan su trabajo de manera adecuada y cumplen con vigilar la ley, la gran mayoría de los policías carecen de una verdadera preparación, además de hacer evidente el problema de control de ira, y aplicación de protocolos ante diversas situaciones de confrontación, lo que deriva en enfrentamientos violentos e incluso asesinatos porque a los oficiales se les pasó la mano.
El asesinato a Giovanni en Ixtlahuacan de los Membrillos en Jalisco deja en evidencia dicha falta de capacidad que tienen los elementos de seguridad pública para hacer su trabajo de protección ciudadana y vigilancia de la ley.
Nada justifica la muerte de un ciudadano a manos de la autoridad, ni el hecho de que se haya realizado una “falta administrativa”, como lo señalan las autoridades.
La violencia de las manifestaciones es en estos momentos el único lenguaje que las autoridades podrán entender, su voz debe hacer cimbrar el piso de Guadalajara para que el Gobernador y todas las esferas de poder político vean que a los ciudadanos nos están matando sin ninguna razón. No se trata de si a Giovanni lo asesinaron por no usar el cubrebocas, se trata de que a Giovanni lo asesinaron a golpes unos policías que estaban en cumplimiento de la ley, me pregunto que ley les permite levantar de la calle a un ciudadano y golpearlo hasta la muerte.
Las manifestaciones continuarán y la violencia de éstas también porque no hay otra forma de hacerlo, ya no. Los ciudadanos han marchado en silencio, gritando, haciendo pintas en los muros y en los monumentos, pero eso nada ha cambiado, la agresión hacia la ciudadanía por parte del Estado sigue latente. Ahora tendrán que escuchar el estallido de las voces furiosas, tendrán que ver cómo la ciudad comienza a arder tal como sucedió el jueves 4 de junio en Palacio de Gobierno.
