Estamos aplaudiendo mal

Donald Glover, camaleónico actor conocido por sus distintos papeles que van desde comedia, drama hasta entrar al universo de Star Wars así como por su carrera de rap sorprendentemente exitosa con su alter ego de “Childish Gambino”. Donald Glover es el “Donald” más buscado en google y es también dueño de, para mi gusto, la canción que se lleva el año de calle. Personaje polarizante, es un genio o un estafador para el groso de las opiniones que le merecen.

Estando pues en boca de todos sus recientes trabajos de 2018 tanto actorales (Atlanta, Solo) como musicales (This is America, Summer Pack) es interesante volver a visitar un proyecto narrativo notable que une estas dos facetas de Donald, “Clapping For the Wrong Reasons”, un cortometraje de 24 minutos de 2013. La película fue un éxito en línea, con más de 5 millones de visualizaciones hasta la fecha, sin embargo, debido a su duración y la falta de una narración sencilla, la película fue recibida por el público como algo “desconcertante”. Sin embargo, con el beneficio del tiempo y la eliminación de las expectativas, es más fácil evaluar la película y reconocerla como un logro artístico fascinante y digno de mención.

La película, escrita por Donald Glover y dirigida por su frecuente colaborador Hiro Murai, fue lanzada como preámbulo de su segundo álbum, que grabó en la misma casa que la película, una mansión de 14.5 millones de dólares de Los Ángeles alquilada por la estrella de baloncesto Chris Bosh.

Liberada de la ardiente desesperación de la pobreza, pero abrumada por las expectativas, la película termina siendo un documento de la angustia existencial de “¿por qué?” Y “¿para qué?”.

Mientras Glover lidia con estas preguntas, la creciente ansiedad comienza a pasar factura. La película nos muestra como es el proceso creativo en la cotidianidad entre canción y canción, personajes desfilando entre esa bruma de realidad y creatividad (Chance de Rapper, Flying Lotus, Topanga, Abella Anderson). Murai y Glover tienen un ojo irreprochable por la forma en que puede unir los conceptos de música y cine elevándolos a escenarios reflexivos. Todas sus colaboraciones, más notablemente el video de “Sober”, muestran esta sensibilidad: los habilidosos malabarismos de tonos con toques de lo surrealista. Su gran participación en Atlanta (dirigió 7 de los 10 episodios de la temporada) se puede explorar más a fondo a través de un podcast que hizo con Vimeo, y es la mayor de muchas razones por las que no puedo esperar para ver más de este duo.

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