Disecciones a cuerpos disolutos

La exposición Disecciones a cuerpos disolutos de Nizaac Vallejo en galería Artspace México (Campeche, 281, Condesa CDMX) demuestra que los “medios tradicionales” cuentan con fuerza y vitalidad en la era contemporánea. La sensación pictórica que imprime su trazo busca un lenguaje propio a partir de diferentes tradiciones pictóricas.

Curada por Mónica Galván, delimita y precisa la exhibición: el cuerpo vuelto pintura es un espacio reflexivo, de disección, ante las posibilidades representativas. La dislocación es la crisis actual del individuo. El cuerpo, la pintura de nuestra experiencia humana sin insinuaciones trascendentales. La pulsión sexual que cataliza los actos: mujeres y hombres en posiciones imposibles, desnudos frontales, orgías o felaciones con un marcado alejamiento del canon estético, más cercano a la vanguardias de la pintura.

Nizaac Vallejo provoca e incita el desbordamiento, lo grotesco y la parte reprimida de nuestra psique.

En la primera sección, los cuadros se encuentran en fondos negro o fosforescentes con trazos chillantes en el uso mixto de los materiales. Lápices, pasteles y tinta, son lo medios para expresar una marcha trepidante de yuxtaposiciones e insinuaciones sexuales. Las obras logran una síntesis entre la abstracción y lo figurativo, como complementarios.

La segunda sección, contiene tres grabados y una serie de dibujos con tinta. La claridad de los materiales les da una sensación táctil. En los dibujos, la libertad de la línea se aleja de esquemas o trazos limpios y claros. De nuevo aparece lo rítmico colorido, la muestra de la mano de quien ejecuta la obra. La sensación sinestésica entre la mirada y el tacto, otorga una materialidad al medio. La carne como deseo se vuelve explícita. Es las muestras inquietante de nuestras fantasías reprimidas.

La tercera sección es una muestra pictórica que contrasta con las otras dos secciones. Lo primero que se observa es el cambio de la tonalidad y el color. Los tonos se enfrían, los colores son terrosos, grises, blancos, en contraste de verdes o negros. Todo el delirio cromático previo se compacta. La composición se reduce a un personaje: mujeres robustas desbordan el cuadro. El enfrentamiento se impone. La belleza no es amarga, sino provocativa e intransigente.

La última parte es un cuarto con dibujos en tinta o acuarelas. No hay gran contraste entre los temas o la iconografía, sino un desarrolla de variaciones.

En cada pieza hay una latencia de la experiencia física traducida al lenguaje de la pintura. No es la paz mística ni la gracia clásica. Es el exceso; el exceso de vida. Podemos ver rostros dolientes o dubitativos. El movimiento del placer y los estados anímicos hasta el paroxismo. Pero la constante obsesión por el cuerpo no permite a la obra una desarrollo iconográfico más rico. Pienso en la variedad de tratamiento de Goya, Bacon, Freud o Picasso. El cuerpo nunca es uno.

Sin embargo, el trabajo de Nizzac Vallejo logra imponerse. Es un pintor con oficio y un cultura visual irreprochable. Un artista que busca su medio a pesar de las corrientes o modas internacionales.

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