Relevo definitivo para ignominia religiosa
La religión puede definirse como una colección de artefactos culturales compartidos que proporcionan un sentido sobre la existencia humana. Al mismo tiempo, intenta establecer verdades absolutas con un acervo evolutivo de historias, en donde el narrador se ha vuelto invisible. Dando a los lectores la impresión de que las historias escritas de alguna manera provienen directamente de una fuente divina. Como consecuencia, a la par de los avances científicos, la beligerante e insensible idea de una verdad única, rígida e inalterable es ahora el sostén de muchos cultos religiosos. Entonces , si el arte es considerado una especie de religión, me atrevo a mencionar que explica la existencia humana de una manera más rica, profunda e inclusive contemporánea a comparación de muchas religiones organizadas.
Sin adelantarnos demasiado, esta concepción del sentimiento religioso no busca devaluarla como una trascendental práctica antropológica tanto en oriente como en occidente. Más bien, nos permite estudiarlo y comprenderlo bajo un enfoque disidente. El arte justifica su presencia más allá de un proyecto de vanidad, presentándose como un elemento fundamental de la existencia humana: En este sentido, nos ofrece una manera de conceptualizar nuestras vidas como algo bello si nos consideramos como el artista creador del significado de nuestra vida. Logrando así un balance tangible entre la razón y la emoción.
En términos contemporáneos, podemos pensar en las emociones como el poder motivador detrás de nuestras ideas. Es decir, cualquier decisión que hagamos en la vida, debe ser parte de esta creación última desarrollada por uno mismo.
Las artes, formas de religión domadas, reducto de los valores en crisis de la realidad que se nos desmorona