El arte independiente pero colectivo
Lejos de los museos, las galerías e instituciones, un grupo de mujeres artistas ha ocupado el vestigio de lo que fue la Panadería del Río, en el barrio popular Santa Tere de Guadalajara, donde presentan la exposición LEVADURA. El espacio es un salón de ladrillo expuesto, que no es más que los restos de hornos que fueron arrancados con su historia y sus olores, dejando tragaluces cercados por polvo y tizne, un vacío intervenido por piezas de arte integradas al él desde su propio contexto, desde la creación íntima de cada artista y curado por Beatriz Bastarrica.
Ellas son Florencia Guillén, Rocío Sáenz, Mónica Leyva, Mariana Giménez, Maj Lindström, Eleonora Ramal, Claudia Rodríguez, Sofía Crimen y Laura Garza. Casi todas del Colectivo Hilos. Pero su integración ha dado origen a un instinto catalizador y liberador, sin ataduras institucionales y con una innegable exploración subversiva.
Mónica Leyva, por ejemplo, quien usa constantemente la palabra como instrumento elemental de sus creaciones, presenta un grabado en la pared hecho con monedas que surcaron la palabra dividida “Plata no macho”. A través de la reconfiguración del orden lingüístico, Leyva crea una metonimia de la relación causa-efecto de la economía global desde el hogar que insinúa al mismo tiempo una invocación tropical.
Laura Garza, con su pieza American Dream, presenta 50 flores de palma hechas por mujeres migrantes sobre un muro de tabique cubierto con hoja de oro simulando quizá la bandera vecina. No solo el planteamiento de protesta, sino haber hecho de la pieza un trabajo colectivo de mujeres con historias migrantes reales, hizo de la pieza un manifiesto tácito pero contundente.
Rocío Sanz hace un dibujo con puños en la pared con una narrativa circular, el cual es un homenaje a Marie Durand. Una sugerencia de resistir la violencia y además sobreponerse a ella, porque, dicho por ella, “a pesar de la violencia, es posible resistirse desde el fondo de tu esencia”. Rocío además presenta algunos dibujos y una bandeja con birotes (el pan que se hacía en la otrora fábrica de pan) pirograbados con elementos culturales y sociales de su adolescencia. Las piezas de Sanz son un juego de sátira política y una conversación con la violencia.
Claudia Rodríguez construye capas de ladrillo con espejos laterales en su interior simulando un hoyo violentado o quizá la destrucción de un trozo de pared que atrae magnéticamente a su interior. Ese interior escondido tras la incógnita de familia, el secreto impenetrable, “lo que no se dice es lo que más fuerza tiene”, el silencio está atrapado detrás de ladrillos o entre ellos. En ese muro y en la segunda pieza que es una pila de ladrillos hay una construcción de la realidad, del enigma y de la ilusión. Al final todo queda intramuros.
Mariana Giménez presenta un tejido de contensión con popotillo de cambray, en forma de nido y de canasta de pan, el cual está sostenido a la entrada del salón. Al preguntarle a Mariana la razón por la que construyó un nido en ese lugar, nos dice que en nosotros hay una propiedad intrínseca de construir un nido, a donde nos mudemos podemos ser nido. Las fibras naturales no son más una alusión a la arquitectura sustentable de los pájaros. Ellos echan mano de lo que tienen alrededor. El nido/canasta de pan está inspirado también en un entorno extra-institucional y en su trabajo de tejido en el taller Chicchan Lab.
Maj Lindström es una fotógrafa que presenta una foto intervenida, un dibujo y un bordado con mensajes en sueco, su lengua natal, y en español, casi ilegibles pero exponiendo sutilmente la incertidumbre infantil, y otra pieza de certidumbre adulta con claro rechazo a la violencia de género.
Eleonora Ramal tiene una pieza conformada por un tapete alzado y una pintura del mismo tapete, la cual fue colocada justo al lado del nombre de la exposición (Levadura). El tapete es elevado y sublimado en una creación pictórica que lo retrata. El tapete no será pisado más. Los colores de la pintura son un contraste con el maltrato y la marca del tiempo que lo contiene.
Florencia Guillén, de Colectivo Hilos, presenta dibujos de vacas y personas del entorno del Lago de Chapala, pintados con acrílico en sustratos de fibras naturales, entre ellos la fibra de piña, cuya trama es tan amplia que remite a una imagen tan fantasmagórica como la probable desaparición del lago y la actividad humana en torno de éste. Sofía Crimen presenta un comedor en la pared con una pala en la mesa con una bola de masa que deja en el vacío preguntas sobre la ausencia de quienes la ocupan, y Claudia Rodríguez además presenta un video de una secuencia de dos globos confrontados: uno infla al otro en una inequidad permanente, pero simbiótica: el aire de uno alimenta al otro mientras aquel desaparece, y viceversa.
LEVADURA es una exposición que surge de cuestionamientos y la ausencia de certezas, en donde las artistas encontraron ejes de coincidencia en el género, la política, la economía y el espacio fantasmagórico de una panadería que ya no es.
Susana Cabrera
(Mi más grande pero humilde agradecimiento a las artistas que me permitieron acceder a la historia del proceso de su creación personal y de enorme espíritu comunal).
Levadura
Garibaldi 1159 (antes Panadería del Río)
Santa Teresita, Guadalajara, Jalisco.
de 9:30 a 5:00 pm
(Tocar cortina gris)
Instalaciones de Ponche Pajarote
