Rembrandt, la mirada sin límites

¿Qué convierte a un pintor en un maestro y a un maestro en un clásico?

Rembrandt van Rijn (1606-1669), genio de Leiden, no acepta reducciones teóricas. Lejano, mas no indiferente al clasicismo italiano, desarrolló un estilo propio con virtuosismo cercano a la tradición flamenca, aunque insatisfecho.

Concuerdo con Picasso, una gran obra es actual en cualquier contexto. El arte no tiene historia, se utiliza la historia para interpretar un cuadro, pero cuando estamos frente a uno, hay un encuentro. La pintura no es copia de lo real sino una experiencia de la mirada.

La originalidad de Rembrandt radica en la experiencia visual la cual deriva en lo sensorial del medio pictórico. Lo que observamos, lo vivimos. No es únicamente la maestría de la representación sino su vitalidad y fuerza.

Rembrandt retoma su pincelada, da los últimos toques: ¡está terminado!

El profeta Balaam y su burra, Rembrandt
El profeta Balaam y su burra (1626), óleo sobre tela, 39.5 × 30 cm.

Lastman se acerca indiferente a ver El Profeta Balaam y la burra. Recuerda su cuadro, y guarda silencio…
-¡Rembrandt! Ve y abre tu propio taller. Yo no tengo ya nada más por enseñarte.

Y el maestro, como un lúcido sabio a quien retrataría años más tarde, se recarga a contraluz sobre la silla mientras, por la ventana, el atardecer sisea.

Su claroscuro, heredado del caravaggista Pieter Lastman, ya no funciona de una manera estática. La luz esclarece sus posibilidades expresivas; adquiere valores abstractos. El uso racional dimite a favor de un dramatismo penetrante. Poco importa plasmar en el lienzo la verdad de los objetos, lo relevante es la mirada, el movimiento y sus consecuencias.

Todo lo que habría de llegar a ser Rembrandt se encuentra en ese cuadro a quien dotó de vida y el celebrado pintor de Leiden retrata su tiempo con éxito. Su técnica mágica logra los más grandes elogios con soluciones propias en la composición y una delicadeza material y psicológica. Su grabado llega a toda Europa.

La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp, Rembrandt
La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp (1632), óleo sobre lienzo, 169.5 × 216.5 cm.
La ronda nocturna, Rembrandt
La ronda nocturna (1642), óleo sobre tela, 359 × 438 cm.

En este nuevo periodo logra cimentar su fama con La lección de anatomía del Profesor Tulp. Ahora es un verdadero maestro. Su novedosa temática enriquece y marca una nueva forma de concebir los grandes formatos y también pinta de cuantas formas sean posibles; su creatividad, su trabajo es imparables, no se detiene hasta La ronda nocturna.

El lienzo, con asombro, nos engaña: alcanza los límites de lo representado. El arte de Europa ha sido renovado, pero es incomprendido. Sus contemporáneos cambian de gustos y él nunca deja de ser fiel a su trabajo. El maestro holandés es más personal que nunca, aunque su suerte es otra.

El buey desollado, Rembrandt
El buey desollado, Rembrandt (1655), óleo sobre madera, 94 × 69 cm.

El Buey desollado hace del trazo su materia. Y hoy, su influencia reaparece como hipertexto en la pintura.

Rembrandt ya no es sólo un maestro sino un clásico. Entendió que el medio es el mensaje. Maestro en el dibujo, el grabado, en cada tema que trabajó fue, además, un innovador sin ceder a concesiones.

Picasso tiene razón, el gran arte es presente y la obra de Rembrandt rompe con la teoría; sólo su trabajo está para demostrar la pintura.

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