Sólo trato de ser un buen amigo
Fue Charles Perrault quien por primera vez empleo la expresión «Il était une fois»/ Érase una vez, para el inicio de siete de los ocho escritos en prosa de sus cuentos Contes de ma mère l’Oye / Los cuentos de mamá Ganso. A partir de entonces la frase se popularizó y se empleo al inicio de cualquier relato de carácter fantástico, idílico o maravilloso, que opera con sus propios axiomas. Así, el <<Había una vez>> que nos ofrece Tarantino, nos transporta a un tiempo; un lugar; una era; en la que existía una forma de hacer cine bajo ciertos códigos que estaban a punto de transformarse.
La novena cinta del director (Penúltima de su cinematografía, según ha declarado él mismo) transcurre como un largo viaje en convertible por los Ángeles, chicas hippies pidiendo aventón, porros con LCD, fiestas en la mansión playboy, Charles Manson, Set de filmación, Western – espagueti, lanza llamas, cigarrillos Red Apple y Bruce Lee.
La filmografía del director de Reservoir Dogs (1992), está plagada de autoreferencias y homenajes al propio mundo cinéfilo, en su más reciente cinta (Cuyo título es una referencia a C’era una volta il West/ Erase una vez en el Oeste, (1968) de Sergio Leone), conjuga muchos de estos elementos para construir un mundo estrambótico, nostálgico, irónico, pero sobre todo un tributo a un cine que lo formó e influenció de manera cercana.
En Once Upon a Time in Hollywood (2019), seguimos a Rick Dalton (Leonardo Di Caprio) un actor cuya carrera en el Hollywood de los 60´s comienza a caer, orillándolo a interpretar villanos que son apaleados por los héroes en el clásico formato de las series de televisión y cuyo ultima oportunidad de su carrera se encuentra protagonizando Western Espagueti en Europa. Junto a él, conocemos a su doble de acción: Cliff Booth (Brad Pitt), un atestado de la industria, sospechoso de asesinar a su mujer y que conforma una extraña simbiosis con Rick, haciéndola de chofer, mandadero, pero sobre todo, tratando de ser un buen amigo al brindarle apoyo moral en el derrumbe anímico de Rick. Esta relación de dos tipos que están con un pie fuera de la industria despliega toda clase de situaciones cómico–trágicas al estilo Tarantino.
Con una estructura novelística, producto de la manufactura de Quentin, la tercera línea argumental se construye a través de Sharon Tate (Margot Robbin), una estrella en ascenso, cuyo nombre ha quedado ligado a la tragedia. Es por medio de ella, que Tarantino hila con tenacidad el destino que hace converger a sus personajes. Con las licencias a las que nos tiene ya acostumbrados, el director reivindica a través de la vitalidad a Tate, al mismo tiempo que direcciona la cinta a un desenlace donde se permite reescribir los hechos históricos y plasmar su inconfundible sello.
Así, Tarantino se regodea en la ficción para mostrarnos el fin de una era en la industria del espectáculo.