Brujas

La idea de la bruja como un personaje femenino con poderes sobrenaturales es tan antigua como la Biblia donde, de hecho, el rey Saúl consulta con una mujer conocida como la bruja de Endor para que le ayude a contactar a su padre de entre los muertos.

Thrice the brinded cat hath mew’d.
Thrice and once, the hedge-pig whin’d.
Harpier cries: −’tis time! ‘tis time!
Round about the caldron go
−In the poison’d entrails throw.

Macbeth, Acto IV. William Shakespeare

La idea de la bruja como un personaje femenino con poderes sobrenaturales es tan antigua como la Biblia donde, de hecho, el rey Saúl consulta con una mujer conocida como la bruja de Endor para que le ayude a contactar a su padre de entre los muertos. Este pasaje del Libro de Samuel ha generado grandes polémicas, puesto que este libro condena las prácticas adivinatorias, así como cualquier forma de hechicería. La asociación entre ese tipo de facultades y la maldad, ciertamente, es difícil de datar, no obstante, ha quedado inserta en el imaginario de la humanidad.

Apócrifa Art Magazine, Brujas, Saúl y la bruja de Endor
Saúl y la bruja de Endor (1635), óleo sobre lienzo, Matthias Stöm.

El prototipo de la bruja como la concebimos actualmente, tiene su origen en la Edad Media, aunque las representaciones en las que se les muestra como seres grotescos y deformes, surgió hasta el siglo XV, época de auge de las prohibiciones y persecuciones, mismas que se vieron fortalecidas con el establecimiento de la Inquisición, y la publicación de obras como el Malleus Maleficarum (Martillo de las Brujas). Éste es un manual que explica la existencia de la brujería, las formas en las que ésta se presenta y los métodos para reconocer, juzgar y castigar a quienes la practican.

Aunque se dice que Pieter Brueghel el Viejo fue quien en su obra definió el estereotipo de la bruja, aproximadamente en el año 1500, Albrecht Dürer, o Durero, en la forma castellanizada de su apellido, creó un grabado en el que aparece una mujer mayor que inspira miedo y simboliza lo execrable, la maldad en sí misma. Sin embargo, este artista también es autor de otro grabado en el cual las brujas aparecen como jóvenes hermosas y seductoras, capaces de lograr que cualquiera sucumba ante su poder.

Apócrifa Art Magazine, Brujas, Bruja montando una cabra al revés
Bruja montando una cabra al revés (ca. 1500), grabado de Albrecht Dürer.

 

Apócrifa Art Magazine, Brujas, Cuatro brujas
Cuatro brujas (1497), grabado de Albrecht Dürer.

Por otra parte, en un grabado que se basa en un dibujo de Brueghel, se muestra a varias mujeres desnudas volando, escobas, un caldero en el que hierve una sustancia desconocida, gatos, un macho cabrío y varios seres demoniacos, todos ellos iconos de la brujería vigentes hasta nuestros días. A todos estos símbolos se les han conferido propiedades esotéricas y mágicas que, a pesar del transcurso del tiempo, permanecen ligadas a estas prácticas y a sus practicantes.

Apócrifa Art Magazine, Brujas, Santiago en la cueva del brujo
Santiago en la cueva del brujo (1497), grabado basado en un dibujo de Pieter Brueghel.

Ya avanzada la Edad Moderna, y hasta los inicios de la Edad Contemporánea, miles de personas sospechosas de adorar al demonio y de ejercer la brujería, fueron sometidas a crueles procesos de enjuiciamiento. La ciudad de Brujas, por ejemplo, y como una irónica coincidencia, a pesar de que Brugge, su nombre original flamenco, significa “puentes”, fue escenario de una de las más grandes cacerías por parte de las autoridades. En Salem, Massachusetts, fueron encarceladas aproximadamente 150 personas, de las cuales, 26 purgaron una condena; aunque esta cifra pudiera ser poco espectacular, las persecuciones y juicios por brujería se hicieron célebres por las circunstancias que rodearon los hechos. En Francia, Inglaterra, Suiza y otros países, las persecuciones cesaron hacia el siglo XVII, y los castigos que conllevaban la muerte en la mayoría de los casos, fueron sustituidos por otros menos cruentos.

Apócrifa Art Magazine, Brujas, Juicio de brujería
Juicio de brujería. Mary Walcott (1876), grabado publicado en Pioneers in the Settlement of America, vol. I, de William A. Crafts.

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, aún con la presencia del Santo Oficio en España, Francisco de Goya y Lucientes plasmó en varias de sus obras su interés por la brujería, mismo que fue alimentado por los escritos de sus amigos a este respecto, particularmente, el caso de las brujas de Zugarramurdi. Goya consagró la iconografía brujesca en pinturas y grabados cuyo propósito, en varios casos, fue ridiculizar y retar a las autoridades de la Inquisición, lo cual dio como resultado imágenes representativas que vienen a la mente cada que se hace alusión a este tema.

Apócrifa Art Magazine, Brujas, El aquelarre
El aquelarre (1797-1798), óleo sobre lienzo, de Francisco de Goya y Lucientes.

En la actualidad, las brujas se conciben, la mayoría de las veces, como mujeres poco agraciadas físicamente, que visten de negro y usan un sombrero puntiagudo, vuelan sobre una escoba hecha con ramas, se hacen acompañar de gatos negros y preparan brebajes y pociones en calderos, aunque también existen otras advocaciones más positivas, como en El mago de Oz, historia en la que interviene una bruja buena que representa la antítesis del grotesco estereotipo.

Apócrifa Art Magazine, Brujas, El mago de Oz
Fotograma de El mago de Oz (1939), dirigida por Victor Fleming.

Las brujas pueden ser vistas como personajes del folclor de los pueblos, o pueden ser vistas como bastiones del empoderamiento femenino; puede analizarse su iconografía y su literatura desde múltiples ópticas, todas ellas capaces de generar en nosotros un sentimiento. Se les ha ligado con la debilidad, pero lo cierto es que se requiere fuerza y valentía para dejarse llevar por los propios deseos, para perseverar en la búsqueda de aquello que le dé sentido a la existencia, que dote de una razón de ser.

Apócrifa Art Magazine, Brujas, El círculo mágico
El círculo mágico (1885), óleo sobre lienzo, de John William Waterhouse.
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