.
Me detengo a escribir
en el olvido
nadie escucha, ni yo mismo
el gran boquete
que redondea
hacia la nada
sólo me espera, el olvido
aquel último silencio
sin un fin ya definido
ya no debo nada a nadie:
cada cosa está en su sitio;
en la familia
de lo que existe
yo, pertenezco
aunque sea conmigo mismo
no hay concesiones
con estos trazos,
aun, construyo el edificio
aquella obra
donde se nombra la casa,
el hogar o el destino
aquel lugar donde siempre,
donde siempre, hemos sido
!
La infancia es un paraiso perdido
Mi infancia, que fue un discurso
conveniente contra los dolores
de esta ínfima vida miserable,
ya no sirve como paraiso.
Solo hay miseria y grandeza
en esta existencia obligatoria.
Las cosas, perdieron su misterio.
Y cuando creí estar perdido
todo se encontraba en su sitio.
De un instante a otro, llegaron
fragmentos, que fueron mis memorias.
Tal vez también sucedió domingo
y su atardecer lustró dorado.
Fui otoño, y el tiempo tañe fresco.
Hoy, tan solo, todo está en su sitio.
Todo, tan solo, está en su sitio.
Lejanías
te sientes, cada vez
más lejos, de los nombres
desarmas tus contornos
¿a dónde
perteneces?
.
Dos estrellas y alta mar
La añoranza que es eterna.
Cuándo habitaré el hogar de la muerte
?
Cuándo, a la noche sin sus estrellas
?
Si el día,
el interminable caleidoscopio,
no detiene su marcha infinita;
por qué temer lo que es incognosible
?
En la casa de los vivos,
todo yace como el polvo
–ingrávido y terrestre–
nada camina de espaldas,
ni retorna a sus inicios
como un proyectil que es indetenible:
el monótono ocaso
o el despertar del ensueño,
un tiro parabólico perfecto.
Sin la vida, sin la muerte
aquí, hemos venido.
Carecemos de todo
sitio.
[ ]