La séptima película del documentalista Everardo Gonzáles, ha tenido su estreno en México en medio de la contingencia sanitaria de COVID-19, por medio de la plataforma del Festival de cine Documental Ambulante, que también este año incursiona como otros festivales en la oferta temporal de películas a través de su página en línea.

Yermo documental, ambulante - Apócrifa Art Magazine

El director de películas como La Libertad del Diablo, Cuates de Australia, El paso y La canción del pulque, por mencionar algunas, vuelve para presentarnos: Yermo, documental que se desarrolla en diferentes desiertos del mundo y que a diferencia del resto de su filmografía, su trama se desarrolla de forma más ambigua, pero no por ello menos profunda.

La cinta arranca llevándonos por el desierto a bordo de una camioneta que atraviesa los caminos trazados en medio de la arena. Estamos en un viaje cuyo destino es el mismo desplazamiento entre escenarios que comparten similitudes, pero cuyos habitantes son tan diversos como las mismas nubes.

Yermo va más allá de la búsqueda estética de sus escenarios, nuevamente Everardo encuentra esa peculiar forma de narrar mucho con pocos elementos cargados de significados. En la cinta, el director reta al formato etnográfico de video y consigue a través del inteligente montaje revertir justamente las certezas de quien pretende conocerlo y explicarlo todo solo por el hecho de estar parado detrás de una cámara.

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Como el mismo Everardo ha revelado en entrevistas previas, el hilo narrativo de Yermo llegó varios meses después de concluida la filmación, cuando llegaron las traducciones del material. Durante la grabación, como cualquier extranjero que desconoce el territorio y la lengua, González se dedicó a realizar tomas como si se trataran de estampas suspendidas del desierto, pero también se mantuvo con ese instinto desarrollado, cerca de las conversaciones e interacciones antes, durante y después de lo que se revelara como un montaje elaborado y reiterado por los mismo habitantes acostumbrados a ser filmados por forasteros.

Así, el documental se vuelve una sátira etnográfica del mismo acto de retratar la realidad, se burla del supuesto de que al interactuar individuos de contextos y lugares distantes, uno de los dos posee las certezas respecto al otro. Un ejercicio de otredad en el que se revela una divertida impostura del progreso y la vida misma.

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Las peripecias y encuentros durante el viaje, dan forma al documental, el desierto funge como trama y personaje principal, no importa de cual de todos se trate: Mongolia, Marruecos, el norte de México, La India, Islandia o Namibia. Los saltos entre uno y otro sin previo aviso, hacen que las aparentes fronteras se difuminen, dejando lo que le importa al director: Las personas que habitan estos espacios y las historias que encierran sus miradas.

Es incierto lo que ocurrirá los próximos meses respecto a la manera de observar y acceder al cine, sin duda Yermo, encontrara más espacios alternativos en medio de la contingencia donde pueda encontrar su público y emprender el diálogo. Mientras tanto, “Ambulante en casa” ofrece una serie de estrenos documentales que no pueden dejar pasar.

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