Tempus fugit, sicut nubes, quasi fluctus, velut umbra.
(El tiempo vuela, como las nubes, como las naves, como las sombras.)
Aunque ya existía en Roma y Grecia, durante el siglo XVII se popularizó en Europa el bodegón o naturaleza muerta, una obra de arte que presenta frutas, alimentos, plantas, rocas u otros elementos de la naturaleza, trastos, utensilios de cocina, libros, joyas, antigüedades y otros objetos de uso cotidiano. La finalidad de este tipo de pintura era transmitir bienestar y tranquilidad a quien la contemplara, pues la gama cromática, la disposición de los elementos y la iluminación eran las indicadas para lograr tal fin.
Con el desarrollo de la pintura al óleo, en los bodegones se plasmaron imágenes cada vez más realistas, ya que esta técnica permitía trabajar los colores por capas y mezclarlos con más facilidad. En la Edad Media, estas obras abordaban temáticas religiosas, pero en el Renacimiento cumplían una función decorativa; Leonardo da Vinci y Alberto Durero hicieron numerosos estudios de frutas, plantas y animales, lo cual derivó en la ilustración científica y enciclopédica, completamente alejada del tema de la fe. En España, por otra parte, el bodegón fue escaso, en cierta medida por la gran cantidad de estas obras que provenían de países fuera de la península Ibérica, y su resurgimiento se dio hasta el primer tercio del siglo XX.
Las vanitas se hicieron populares en el siglo XVII. Este tipo de cuadros presentan arreglos florales y frutales, obras de arte, instrumentos científicos y musicales, monedas, joyas y otros artículos suntuosos. Asimismo, es común encontrar relojes de arena o de bolsillo, o velas consumiéndose, que representan el tiempo que avanza, la fugacidad de la vida -tempus fugit-, que, a su vez, va de la mano con aprovechar el día -carpe diem- y con el constante recordatorio de que el ser humano es mortal -memento mori-, todo esto representado con libros abiertos, velas apagadas, cráneos o fruta en descomposición. Las vanitas no hacen referencia a la vanidad como soberbia, sino como vacío: algo vano; los placeres son pasajeros al igual que el tiempo, y tienen una caducidad, por lo que la existencia no debe consumirse únicamente en su disfrute.
El tiempo es limitado y determina nuestra presencia en este mundo, y las vanitas son un recordatorio de ello, pues su intención es sobre todo moralizante. No lo controlamos, pero sí tenemos la facultad de decidir lo que haremos con él; la muerte no puede evitarse, y sin embargo, es posible, como escribió Henry David Thoreau, extraer toda la médula de la vida; la fruta se descompone, pero podemos aprovechar el momento de su frescura y comerla cuando aún es dulce. El tiempo no se detiene ni perdona, aunque en sí mismo es una oportunidad para dejar un legado, un testimonio de nuestro tránsito por este mundo, un vestigio de la belleza y el arte que atestiguamos en cada día de nuestra existencia.
Esta pintora neerlandesa, a pesar de gozar de renombre entre las casas reales europeas, nunca perteneció al gremio artístico por el hecho de ser mujer.
¡Con qué ligeros pasos vas corriendo!
¡Oh, cómo te me ausentas, tiempo vano!
¡Ay, de mi bien y de mi ser tirano,
cómo tu altivo brazo voy sintiendo!
Luis Carrillo y Sotomayor