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La interpretación por el otro II

La interpretación por el otro II

Parte 2: capacidad actoral

Cuando exista un mundo donde los espacios estén otorgados con equidad para todas las personas se podrá hablar de dar el mejor papel al mejor intérprete, sin distinción de ningún tipo, permitiendo la visibilidad de los grupos minoritarios, de los grupos marginados, pero mientras esto aún no ocurra la lucha por la visibilidad y la equidad seguirá siendo presente.

La lucha de la comunidad LGBTTTIQ en búsqueda de que los personajes con distintas preferencias sexuales o identidades de género sean interpretados por actores y actrices pertenecientes a la misma comunidad radica en encontrar la luz en ese mundo utópico que sus limitantes no están en la tecnología ni en los avances científicos, sino en la capacidad humana por entender la realidad y quererla evidenciar de determinada forma, como considera que tiene que ser vista por una mayoría.

Carol

Sí, Cate Blanchett puede pronunciarse a favor de que los personajes LGBTTTIQ sean interpretados también por intérpretes heterosexuales, porque finalmente el trabajo lo tiene que obtener quien mejor sepa hacerlo. Su papel en la película de Carol no defraudó a nadie, y dio visibilidad a la comunidad. Lo mismo ocurrió con Armie Hammer y Timothé Chalamet en Call me by your name, quienes encarnan de la mejor manera posible los sentimientos de aquellos personajes de la novela de André Aciman. Y es que en el mundo de la actuación así es, donde un intérprete presta su cuerpo para dar vida a alguien con quien puede compartir todo o nada, radicando en ello parte del reto actoral. Sí, un actor heterosexual puede interpretar a alguien que no lo es, porque su diferencia no está en lo físico, no es un actor blanco interpretando a un personaje negro maquillado para parecerlo.

Call me by your name

Pero el problema persiste, la visibilidad, los espacios, quedan reducidos a heterosexuales que ya tienen una ventaja y que serán vanagloriados por interpretar a un personaje gay, cuando no son sus preferencias. Mientras, actores o personajes públicos tienen que esconder sus preferencias y salir del closet cuando su carrera ha alcanzado la seguridad suficiente para poder hacerlo en el mejor de los casos, en el peor, como es el caso de intérpretes trans, su visibilidad es casi nula, quedando reducidos a personajes de reallity o que pueden tener espacios en cine de arte o cine de autor, si es que alguien se arriesga a mostrarles en cámara.

A finales del año pasado el actor Darren Criss declaró que no interpretaría más a personajes homosexuales. Su fama surgió gracias al personaje de Blaine en la serie Glee, un chico gay. Posteriormente interpretó a otros dos personajes pertenecientes a la comunidad LGBTTTIQ y su decisión resulta en la otra cara de la postura de Blanchett; no quitarle el papel a alguien de un grupo marginado.

Darren Criss

Esto de cierta forma es cierto pero también la idea de que la corrección social y política puede acabar con la reducción o limitación de las artes y es que efectivamente, cuando todo comienza a considerarse malo o cuando todo comienza a ofender y dañar susceptibilidades o ideologías individuales, la prohibición limita a los creadores quienes tienen que ajustarse a los lineamientos que les son permitidos cuando quieren encajar en el gusto popular o ser aceptados sin posibilidad a ser criticados por estar ofendiendo a alguien o a algún grupo. Ahí es donde el dilema radica, en lo aceptado y en los cambios de esa aceptación.

Cada vez son más las personalidades que pueden declararse abiertamente homosexuales, después de llevar una vida heterosexual en los medios. También es más recurrente encontrar personajes trans en la televisión, sin embargo es evidente que aún no alcanzamos ese nivel de equidad donde no importa lo que seas, sino que seas la mejor persona para interpretar o desempeñar algún puesto o personaje.ç

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