Théo Mercier, escultor, fotógrafo, y pintor ha demostrado con su obra que la forma en que se valoran los objetos cotidianos pueden recibir un tratamiento alterno a la mirada del ojo cotidiano, no es necesario encontrar inspiración en un imaginario totalmente separado de lo usual sino en los mismos entes que se perciben en el día a día. Es posible apreciar el surgimiento de elementos externos convirtiéndolos en una pieza de decoración o en una obra artística que se aproxime a contar historias del objeto mismo.
Su obra llena de elementos extraños, fantásticos, divertidos, surrealistas y oníricos no se desarrolla en un escenario ajeno a nuestra historia, a la misma que vivimos cada una de las personas que habitamos el planeta. Se podría pensar que los monstruos que vemos en sus obras sólo tendrían cabida en un escenario igual de particular, creado bajo la imaginación de algún escritor de novela de fantasía, pero sorprende como un monstruo de espagueti, una escultura clásica alterada, unas botas con cascaras de plátano o una pila de libros con ojos y lengua no desentonen con un espacio al que estamos acostumbrados a vivir. La obra de Mercier evidencia que el mundo en que vivimos ha incorporado el diseño, la creatividad, el estudio de la construcción de la imagen y lo extraño en algo común.
Mientras unos artistas proponen figuras cada vez más irregulares, trazos salvajes, casi naturales y primitivas, obras compuestas de sólo un color, sólo una forma, sólo una línea, pinturas próximas a lo real, con trazos cuidadosos para imitar la realidad, Théo aborda el arte aproximándonos a aquello que conocemos para resignificarlo con un movimiento en su forma, alterándola con otro elemento o descomponiéndola para realizar un rompecabezas del nuevo sentido del objeto.
Algunos podrían considerar su obra como simples objetos decorativos, pues muchos recuerdan a algunas formas que podríamos ver en las tiendas para el hogar, pero al detenerse en su escultura emerge la historia de cada objeto y su idea relacionándonos con la sociedad. La producción de las piezas lograría verse sencilla pero quizá el trabajo más complejo esté en la resignificación de un objeto, la ruptura de la dicotomía del signo recomponiéndolo tanto en el significante que teniendo como esencia ese nuevo significado nos remite a la idea próxima de placer, goce, abundancia y dolor.
Sonaría a que el trabajo de Mercier se evidencia en objetos muy complicados, difíciles de digerir pero sorprende que se aproxime al espectador con humor, estando presente en muchas de sus obras haciendo ver su arte más contiguo.