La obra de Franchu Medialdea Guerrero, nos ofrece el escape perfecto entre las exquisitas insinuaciones del color y lo cotidiano; el paisaje se abre naturalmente para encontrar en la añoranza de la tonalidad, aquellos paisajes que nos recuerdan ciudades, calles, y momentos eternos que vivirán por siempre en la memoria de la línea y el contorno.
¿Cuál fue tu primera inquietud y contacto con el arte?
No puedo datarlo, desde que me alcanza la memoria me sentí profundamente atraído por el dibujo, el cómic y la ilustración, me pasaba horas garabateando soldados, personajes de ficción y todo lo que me resultara interesante, ya en la adolescencia empezó a llamar mi atención el mundo del color y la pintura, si tuviera que hablar de un hipotético bautizo artístico sería mi primera visita a los dos grandes museos de Madrid, El Prado y más aún, el Reina Sofía, donde descubrí al grupo Del Paso ,este encuentro supondría mi punto de inflexión.
¿Cuáles han sido los mayores obstáculos a los que te has enfrentado, para obtener un estilo propio?
El concepto de estilo propio me resulta un arma de doble filo, el estilo, a mi parecer, se genera a través de la experiencia artística con el mundo que te rodea y de las influencias que éste ejerce sobre tu formación. La sensibilidad y las capacidades de cada artista hacen de filtro y destilan lo que le parece fundamental, el crisol de dichas influencias es lo que convierte al estilo en propio pero en realidad es prestado.
Podría considerar que el mayor obstáculo resulta de la necesidad de renunciar a lo anecdótico en pro de lo esencial, en definitiva, decidir qué pintar y cómo representarlo.
¿Cuáles son los temas que aparecen en tus obras? ¿De qué tratan?
Mis obras por lo general tienen dos ramas temáticas, la primera la formaría el paisaje como experiencia vital, suelo pintar rincones de ciudades, espacios abiertos y panorámicas de lugares donde he vivido alguna situación personal, otras veces y por necesidad de un encargo particular, tengo que hacer de turista imaginario, la segunda el bodegón, no como naturaleza muerta, sino como escaparate de lo cotidiano y su relación con la memoria, esta es mi faceta más íntima y donde investigo más con la materia, el color ,el grafismo y sus posibilidades expresivas.
Tengo que confesar que me interesa mucho la pintura como excusa, medio y resultado por lo que mi obra no tiene un carácter muy narrativo.
¿Puedes contarnos más acerca de tu técnica?
Me interesan las técnicas mixtas en todo tipo de soportes, trabajo con acrílico y termino muchas veces con óleo, aunque no le hago feos a la acuarela, los rotuladores o cualquier herramienta que pueda mezclar con rigor de acabado y fiable durabilidad.
¿Qué momento del día es idóneo para ti como creador y por qué?
Compagino mi labor de creador con la docencia de la pintura por lo que suelo estar todo el día con el lápiz o el pincel en la mano. Respecto a mi trabajo más personal, dedico principalmente la soledad que me ofrece la mañana.
¿Qué es lo primero que suelen notar las personas o el público virtual al apreciar tu arte?
Tengo la esperanza de que reconozcan un lenguaje personal y un sentido armónico del color, si además soy capaz de estimular su proyección e imaginación me sentiría agradecido y satisfecho.
¿Cuáles son tus influencias artísticas?
Muchas, soy más de obras que de autores, pero por citar alguno, me interesan Manolo Valdés; Goya y sus pinturas negras, Bacon, los expresionistas abstractos americanos, Velázquez; Sorolla, Giacometti, Barceló, Picasso, Mignola y una larga lista de pintores actuales con los que guardo relación profesional y amistosa.
¿Qué recomendaciones le darías a una persona que se inicia en el arte plástico?
Que se empape como una esponja de toda influencia externa para luego estrujarse y quedarse con lo esencial y sobre todo que piense en el arte como experiencia y formación y no como un producto, lo demás llegará o no llegará.